Tratamientos
El tratamiento básico de la diabetes mellitus tipo 2 se asienta sobre tres pilares básicos: alimentación, ejercicio físico y fármacos (pastillas o inyectables), basado todo ello sobre una completa educación diabetológica.
Los controles periódicos son una parte muy importante del tratamiento. El control efectivo de la diabetes tipo 2 puede ayudar a prevenir y retrasar la progresión de complicaciones serias relacionadas con la enfermedad y reducir la mortalidad. Hay que realizar pruebas analíticas para poder continuar o modificar el tratamiento establecido, pero también hay que controlar las complicaciones de la enfermedad como la retinopatía diabética (mediante exámenes del fondo del ojo), el control de la tensión arterial, los cuidados podológicos por el riesgo de la pérdida de capilares que conllevarían una necrosis de los pies, la regulación de la concentración del colesterol en la sangre y la detección de los signos tempranos de nefropatía o daños en el riñón.
La medicación
La medicación es un complemento para aumentar el efecto de la alimentación y del ejercicio, constituyendo la insulina la base farmacológica en la diabetes tipo 1, y distintos fármacos orales, otros inyectables y/o insulina en la diabetes tipo 2.1,2
- Insulina: es una hormona del aparato digestivo que tiene la misión de facilitar que la glucosa que circula en la sangre penetre en las células y sea aprovechada como energía. El objetivo del tratamiento insulínico es imitar la función de un páncreas de las personas sin diabetes.3
- Otros inyectables: análogos del GLP-1. Estimulan la secreción de insulina y disminuyen la secreción de glucagón.
- Antidiabéticos orales: actúan, entre otros mecanismos, mejorando la sensibilidad periférica a la insulina, facilitando la producción de insulina por las células beta del páncreas, y retardando la absorción de glucosa en el intestino.4
Existen distintos tipos de antidiabéticos orales:
- Secretagogos: estimulan la secreción pancreática de insulina, función hipoglucemiante: sulfonilureas de primera y segunda generación y meglitinidas.
- Sensibilizadores: aumentan la sensibilidad de los tejidos periféricos a la insulina, función antihiperglucemiante: biguanidas y tiazolidindionas.
- Inhibidores de la alfa-glucosidasa: retrasan la absorción intestinal de hidratos de carbono: acarbosa y miglitol.
- Inhibidores de la DPP4: aumentan la secreción de insulina y disminuyen la secreción de glucagón.
- Inhibidores de la SGLT2: reducen la reabsorción renal de glucosa, aumentando la eliminación de glucosa por la orina.
Muchas veces es necesario combinar fármacos para el tratamiento de la diabetes, sobre todo por dos motivos básicos: en primer lugar, porque al tener diferentes mecanismos de acción y distintos efectos adversos, permite individualizar mejor el tratamiento; y en segundo lugar porque la propia evolución de la diabetes, debido a un progresivo deterioro de la función pancreática, no permite el adecuado control en la mayoría de las personas con un solo fármaco.2
A pesar de los avances significativos para la diabetes tipo 2, su prevalencia sigue incrementándose en todo el mundo, lo que pone de manifiesto la necesidad de invertir esfuerzos e investigación que mejoren el tratamiento y la calidad de vida de los pacientes.
El control efectivo de la diabetes tipo 2 puede ayudar a prevenir y retrasar la progresión de complicaciones serias relacionadas con la enfermedad y reducir la mortalidad.